Viajar por España es descubrir una sinfonía de paisajes, historias y sabores. En cada rincón, desde la costa bañada por el Mediterráneo hasta los valles verdes del norte, los Paradores se alzan como guardianes de la tradición, el confort y el alma de cada lugar. Hoy te traemos cinco destinos donde podrás disfrutar de una escapada completa, con Paradores llenos de encanto y actividades que harán de tu visita una experiencia redonda. Mojácar, Salamanca, Cambados, Cervera de Pisuerga y Tortosa: cinco destinos llenos de planes vibrantes que fusionan historia, arte y una oferta de ocio irresistible que no puedes perderte.
Mojácar: blanco sobre azul
Encaramado en una colina de la Sierra Cabrera, Mojácar es un cuadro vivo que mezcla historia, mar, montaña y hasta desierto. Este pueblo blanco de la costa almeriense presume de una energía especial, fruto de las muchas civilizaciones que lo han habitado: fenicios, griegos, cartagineses, musulmanes, cristianos… todos han dejado su huella en sus estrechas y laberínticas calles.
El Parador de Mojácar, ubicado frente al mar, es una invitación al sosiego. Desde su terraza, piscina o zona wellness, las vistas se convierten en postales permanentes. Ideal para escapadas o vacaciones en familia, ofrece además acceso directo a las playas y múltiples opciones para los más activos: vela, senderismo o surf.
Si estás planeando una escapada a este rincón del sureste andaluz, apunta estos planes imprescindibles para sacarle el máximo partido a tu viaje.
Empieza tu recorrido en la Plaza Nueva, un punto estratégico desde donde contemplarás una de las vistas más impresionantes de la zona. Desde su mirador podrás observar el mar, las montañas y una gran llanura conocida curiosamente como “el Valle de las Pirámides”, por la forma de sus pequeñas colinas. Es un lugar perfecto para tomar fotos al atardecer o simplemente dejarte hipnotizar por el paisaje.
Desde ahí, adéntrate en el Arrabal, el antiguo barrio judío de Mojácar. Este entramado de callejuelas empedradas está lleno de casitas blancas, flores que cuelgan de balcones y gatos que dormitan bajo el sol. Es una zona con mucho encanto, donde el tiempo parece ir más despacio.
Por supuesto, no puedes marcharte sin disfrutar de la costa. Mojácar cuenta con 17 kilómetros de playas, así que opciones no te van a faltar. La Playa de la Marina de la Torre es perfecta si buscas comodidad y servicios, mientras que la Playa del Algarrobico, en Carboneras, ofrece un entorno más natural y salvaje, ideal para quienes prefieren la tranquilidad lejos del bullicio.
Si te apetece una excursión distinta, acércate al Desierto de Tabernas, a menos de una hora en coche. Un escenario natural de decenas de películas, desde los clásicos del Spaghetti Western hasta series actuales como Juego de Tronos. Y ya que estás por la zona, merece la pena visitar la ciudad de Almería. Su Alcazaba, una de las fortalezas musulmanas más grandes de España, fue también escenario de Dorne en Juego de Tronos. Además, Almería es conocida por su buena gastronomía, así que aprovecha para disfrutar de unas tapas con vistas al mar.
RESERVA EN EL PARADOR DE MOJÁCAR
Salamanca: la ciudad dorada
Pocas ciudades brillan con tanta intensidad como Salamanca al caer la tarde. Su piedra dorada, su aire universitario y su riquísima historia, hacen de ella una parada imprescindible.
Desde el moderno Parador de Salamanca, ubicado frente al casco antiguo, las vistas son inmejorables. Piscina, jardines, salones y ventanales hacen que el descanso tenga aquí un sabor muy especial y necesario después de una larga jornada de ocio.
Visitar Salamanca es sumergirse en una ciudad donde se respira vida. Y como no podía ser de otra manera, todo comienza en su corazón: la Plaza Mayor. Una de las plazas más espectaculares de España, con sus soportales, su armonía barroca y su bullicio constante. Ya sea de día o de noche, tomarte un café o una caña en una de sus terrazas mientras observas el ir y venir de la gente marca el inicio perfecto para descubrir la ciudad.
A pocos pasos te espera una de las joyas más impresionantes: las dos catedrales de Salamanca, una vieja y otra nueva, ambas adosadas como si fueran una sola. La románica, más recogida, conserva un retablo impresionante formado por 53 tablas, mientras que la gótica se alza majestuosa con su coro barroco y sus líneas elegantes. El contraste y la conexión entre ambas te dejarán sin palabras. Y si quieres elevar aún más la experiencia, no te pierdas Ieronimus, un recorrido por las torres, terrazas y pasarelas de las catedrales que te permite observar Salamanca desde las alturas, con vistas privilegiadas del interior y el exterior.
Siguiendo con los emblemas, otro imprescindible es la Universidad de Salamanca, la más antigua de España y un verdadero templo del saber. Pasear por el Patio de Escuelas, con la impresionante fachada plateresca del edificio histórico como telón de fondo, es casi como hacer un viaje en el tiempo. Aquí estudiaron figuras de la talla de Nebrija, Góngora o Unamuno. No olvides buscar la famosa rana tallada en la fachada.
Y para terminar, el quinto lugar que no debes perderte es el Convento de las Dueñas, una joya menos conocida pero absolutamente deslumbrante. Su claustro renacentista, con capiteles tan bellamente esculpidos que parecen contar historias propias, es un remanso de paz alejado del bullicio turístico. Además, si tienes suerte, podrás llevarte algunos de los dulces artesanales que elaboran las monjas de clausura que aún lo habitan: una delicia para el paladar y un apoyo a su comunidad.
RESERVA EN EL PARADOR DE SALAMANCA
Cambados: donde el Albariño canta
En pleno corazón de las Rías Baixas, Cambados se despliega como un museo al aire libre de piedra, mar y vino. Su historia se respira entre pazos y callejuelas, y su alma marinera late con fuerza en cada rincón.
El Parador de Cambados, en el antiguo Pazo de Bazán, conserva su esencia señorial. Aquí, entre jardines y viñedos, la experiencia se enriquece con gastronomía gallega y albariños de categoría mundial. No encontrarás mejor alojamiento.
Para empezar tu visita a la capital del Albariño dirígete a la Plaza de Fefiñáns, una de las más bonitas de Galicia, rodeada de edificios históricos y el imponente Pazo de Fefiñáns, donde también podrás visitar sus bodegas. En la plaza también encontrarás la Iglesia de San Benito, con su mezcla de estilos arquitectónicos y la curiosa leyenda de los “balboas”, dos guerreros de piedra que, según la leyenda, protegen la iglesia.
Otra parada imprescindible es el cementerio de Cambados, donde se encuentran las ruinas de la Iglesia de Santa Mariña Dozo, un lugar con una belleza misteriosa y llena de historia. Desde aquí, camina hacia el Barrio de San Tomé do Mar y la Torre de San Sadurniño, una antigua torre vigía perfecta para disfrutar del atardecer.
Finalmente, no puedes irte sin hacer una ruta de bodegas en la región vinícola de Rías Baixas, conocida por sus excelentes vinos Albariño. Visita bodegas como la del Pazo de Fefiñáns y el Museo Etnográfico do Viño, donde aprenderás todo sobre la tradición vinícola local.
RESERVA EN EL PARADOR DE CAMBADOS
Cervera de Pisuerga: naturaleza en estado puro
En el corazón de la Montaña Palentina, Cervera de Pisuerga es naturaleza viva. Bosques milenarios, ciervos en berrea y rutas entre montañas definen este paisaje norteño de belleza cruda y serena.
El Parador de Cervera de Pisuerga, con vistas al embalse de Ruesga y rodeado de montañas, es un retiro perfecto. Ideal para familias, con parque, juegos, senderos y rutas para explorar a fondo. El lugar ideal donde reponer fuerzas después de un día intenso de turismo, o simplemente donde descansar y admirar el entorno.
Este lugar, situado en el corazón de la Montaña Palentina, ofrece una combinación de paisajes naturales y patrimonio histórico que no puedes perderte. Comienza tu aventura con un emocionante paseo por el columpio gigante de Salinas de Pisuerga, el columpio de más altitud de la provincia, con vistas espectaculares de la montaña, el río Pisuerga y el pueblo. Una foto que no puede faltar en tu muro de Instagram.
A pocos kilómetros, en la localidad de Cantamuda, encontrarás la imponente Colegiata de San Salvador, una iglesia de origen medieval rodeada de tranquilidad, ideal para admirar su arquitectura románica y disfrutar de su entorno aislado.
Si eres amante de la naturaleza, no te puedes perder la Ruta de la Berrea en el Parque Natural de Fuentes Carrionas, porque aunque es en otoño cuando puedes escuchar el bramido de los ciervos en su época de celo, el resto del año también ofrece una experiencia única al caer el atardecer.
Si el tiempo lo permite, visita la zona de baño en Ruesga, un área recreativa junto al Embalse de Ruesga, perfecta para disfrutar del sol, alquilar una barca y refrescarte en un entorno natural.
Y, por supuesto, no dejes de parar en el Mirador de Las Matas, a pocos kilómetros de Cervera, donde tendrás vistas panorámicas de la Montaña Palentina y acceso a la famosa Ruta del Oso, uno de los senderos más conocidos de la región.
RESERVA EN EL PARADOR DE CERVERA DE PISUERGA
Tortosa: el Ebro y la historia
Entre dos parques naturales, con el río Ebro como testigo, Tortosa guarda secretos de califas, nobles y comerciantes. Aquí, la historia fluye como el río, y las calles susurran leyendas entre iglesias, palacios y murallas.
El Parador de Tortosa, ubicado junto al majestuoso Castillo de la Suda, ofrece una experiencia entre murallas y ventanas góticas, con vistas sobre el Delta del Ebro que emocionan.
Tortosa, una ciudad con una rica historia, ofrece varios lugares imprescindibles para cualquier visitante. Te recomendamos que tu recorrido tenga como punto de partida la Basílica-Catedral de Santa María de Tortosa, donde podrás admirar la fusión de estilos arquitectónicos como el barroco y el gótico. No te pierdas la impresionante capilla de la Cinta, dedicada a la patrona de la ciudad, y el museo con más de 200 piezas de arte religioso.
A continuación, adéntrate en el casco histórico de Tortosa, donde descubrirás hermosos rincones y fachadas modernistas, como la Casa Greco y el Palacio Climent, que muestran la belleza de la ciudad. Momento donde podrás hacer una parada en el camino y tomar un tentempié.
Otro plan que no puede faltar en tu lista es visitar los Reales Colegios, una joya del Renacimiento catalán. Este edificio, construido en el siglo XVI, tiene un gran valor arquitectónico e histórico, al ser clave en la educación de los musulmanes conversos en la ciudad. La iglesia de Santo Domingo también alberga una exposición sobre la Fiesta del Renacimiento.
Para disfrutar de la ciudad desde otra perspectiva, realiza un paseo en llagut por el río Ebro. Subirás a bordo de un llagut tradicional, una embarcación que te permitirá recorrer el río mientras te cuenta la historia de Tortosa y la importancia del Ebro en su desarrollo.
Finalmente, no te pierdas la judería de Tortosa, uno de los rincones con más historia de la ciudad. Tortosa fue, durante la Baja Edad Media, uno de los pocos lugares de la península donde coexistieron en relativa armonía las tres grandes culturas y religiones monoteístas: la cristiana, la musulmana y la judía. Hoy, pasear por su antigua judería es como viajar en el tiempo: un laberinto de callejuelas estrechas y tortuosas, encaladas de blanco, que conservan el alma de otra época y te envuelven en un ambiente único e inolvidable.
Cada uno de estos destinos guarda una historia que contar, una tradición que honrar y un Parador preparado para hacerte sentir parte de todo ello. Porque alojarse en un Parador no es solo pasar la noche en un hotel, es sumergirse en la esencia del lugar, despertar rodeado de historia y vivir, desde dentro, el ritmo y el encanto de cada ciudad.