Arcos de la Frontera, Antequera, Ronda o Málaga. Paradas obligadas en la Ruta de los Almorávides y Almohades. Dos dinastías que forjaron grandes imperios en el Norte de África y la Península Ibérica entre los siglos XI y XII. Y una de las sendas más bellas y extensas que brinda el territorio andaluz para recuperar parte de ese legado.

 

Arcos de la Frontera

En el centro de la provincia de Málaga y delimitado por las serranías de Ronda y Antequera, se haya el Desfiladero de los Gigantes. Salpicado por una veintena de cavidades, el cañón tiene una impresionante profundidad de más de 300 metros tallada por el paso inexorable del río Guadalhorce. En este suntuoso enclave se encuentra el Caminito del Rey. Una vertiginosa senda aérea de apenas un metro de anchura, construida en las paredes del desfiladero.

 

Cuando una tierra hace tan suyo el fruto de la vid, ese vino lleva en su alma la marca indeleble del paisaje y de sus gentes. No hay otra. Ese es el caso de Aranda que, en el corazón de una denominación de origen tan elogiada como Ribera del Duero, luce durante 2020 el cetro de la Ciudad Europea del Vino (*). Y eso bien merece un brindis.

 

 Bodegas Aranda