Cuando una tierra hace tan suyo el fruto de la vid, ese vino lleva en su alma la marca indeleble del paisaje y de sus gentes. No hay otra. Ese es el caso de Aranda que, en el corazón de una denominación de origen tan elogiada como Ribera del Duero, luce durante 2020 el cetro de la Ciudad Europea del Vino (*). Y eso bien merece un brindis.
Bodega subterránea de Aranda. Foto: Ruta del Vino Ribera del Duero.
Sobran motivos y también intenciones. Aranda de Duero no defrauda, máxime siendo el centro de la Ribera burgalesa. Su ubicación junto al Duero, en un cruce de caminos, la convierten en testigo privilegiado del paso de los siglos con mucho que contar. Desde la Edad Media, un entramado de bodegas subterráneas (quedan alrededor de 130) se extiende a lo largo de siete kilómetros de su casco histórico a través de galerías y pasadizos. En su interior se dan las condiciones ideales de temperatura y humedad para su conservación, entre 11ºC y 13ºC. No se trata de un frío mausoleo, sino de un vientre generoso preñado de este tesoro líquido.
Bodega de Las Ánimas. Foto: Ruta del Vino Ribea del Duero.
Y de los templos profanos, a los sagrados. La Iglesia de Santa María la Real, templo del gótico flamígero, construido entre el XV y el XVI, tiene hechuras de auténtica catedral. Tanto es así que se la relaciona con Juan de Colonia, el arquitecto de la seo burgalesa. De ahí al Museo del Arte Sacro, en la Iglesia de San Juan, o al Museo Casa de las Bolas, una espléndida pinacoteca. Cualquier opción será acertada.
Iglesia de Santa María, Aranda de Duero.
No está de más recordar que, en Aranda de Duero, el lechazo asado sienta cátedra. Este cordero lechal proviene exclusivamente de las razas castellana, churra y ojalada. Se asa en horno de leña, a fuego lento en sus propios jugos, como toda la vida. No hay combo como este lechazo con un vino de la tierra...
Por los caminos del vino
La Ribera del Duero burgalesa lo tiene todo. Gracias a la obra del Padre Duero y sus afluentes, se enjoya con espacios naturales de belleza sosegada. Su historia milenaria se concreta en tesoros artísticos que, como el vino de la tierra, deben saborearse con tino.
Viñedos de la Ribera del Duero con el castillo de Peñafiel al fondo.
El primer paso conduce a Peñaranda de Duero. Esta villa poblada a partir del XI, con su castillo enseñoreándose del conjunto histórico tiene su esplendor en el XVI, cuando Francisco de Zúñiga erigió el Palacio de los Avellaneda.
Peñaranda de Duero. Vista desde el castillo.
Un lugar notable en la Ribera es la ciudad romana de Clunia, en Peñalba de Castro. A finales del siglo I, Roma quiso hacer de ella el centro de un amplio territorio. Especial referencia merecen el teatro y el foro donde se erigía el templo de Júpiter.
Bodega Torremilanos, en Aranda de Duero.
También merecen una parada conjuntos históricos como la villa fortificada de Aza, Vadocondes o Gumiel de Izán -cuya iglesia atesora uno de los retablos tardogóticos más impresionantes de la antigua Corona de Castilla y donde se alza la bodega Portia, la vanguardista catedral enológica diseñada por Norman Fóster para el Grupo Faustino-, o la espiritual Caleruega, única localidad ribereña del selecto club de Los pueblos más bonitos de España.
Se llama triángulo del Arlanza a tres poblaciones de Burgos bañadas por el río que le da nombre. Comienza la ruta en la villa medieval de Covarrubias. A pocos kilómetros se encuentra Lerma, una de las villas cortesanas y conventuales del siglo XVII mejor conservada del país, para llegar después a Santo Domingo de Silos, donde el Monasterio preside esta localidad dedicada a la meditación y a la conexión con la naturaleza. Solo el mismísimo paraíso podría mejorar esta experiencia.
Claustro de Silos.
Parador de Lerma
El impresionante Palacio Ducal de Lerma, convertido en parador, se ubica en la parte alta de la villa. Cuenta con un patio central rodeado de bellas galerías de columnatas. La elegancia y majestuosidad de este palacio de la época de los Austrias y sus preciosos interiores de cuidada iluminación y decoración, harán de su estancia una experiencia singular.
Parador de Lerma.
Su restaurante es un excelente espacio gastronómico que ofrece sabrosos platos a base de los productos regionales que da esta tierra: lechazo asado, queso de Burgos o morcilla todo ello acompañado de un pan tradicional como es la Torta de Aranda y regado, como no, con los mejores caldos de la D.O. Arlanza. Y para los que prefieran platos para compartir o picar algo, el parador cuenta con un nuevo espacio gastronómico denominado "La Bodeguita de Lerma".
(*) El Ayuntamiento de Aranda de Duero había diseñado un amplio y variado programa de actividades para este año que, debido a la crisis sanitaria y al estado de alarma, no se sabe cuándo se podrá retomar. De hecho el Consistorio ribereño ha solicitado a la Asociación Española de Ciudades del Vino "ACEVIN" el aplazamiento de la capitalidad a 2021, de cuya concesión depende así mismo el aplazamiento de las actividades programadas.
Texto: Luis Tejedor
Fotos: Paradores de Turismo de España / Shutterstock/ Ruta del Vino Ribera del Duero.