Su terraza es un mirador privilegiado para contemplar los magníficos atardeceres de la isla que dejan colores y estampas únicas.
La mezcla de influencias y sabores, las infinitas especias, las almendras y frutas tropicales, junto a las carnes y los quesos desparraman un exótico universo gastronómico.
Reserva en el Parador de Cruz de Tejeda
Gran Canaria deslumbra por la quietud de su paisaje. Un lienzo donde el interior sobresale con impresionantes barrancos y verdes bosques. Entre el hermoso paraje volcánico se eleva el Parador de Cruz de Tejeda, un lugar idílico difícil de olvidar.
La isla de Gran Canaria es un pequeño continente. Un mosaico cromático en el que la vegetación brota incansable y deja desamparado el yermo paisaje que triunfa en el horizonte con su desfile de dunas desérticas. Horadada por vertiginosos acantilados, el centro de la isla emana como un vergel exultante de vegetación. Desde tiempos muy antiguos, las exigencias orográficas labraron una red de caminos reales, que aún hoy son testigos de los pasos que lucharon contra el empecinado dominio de la naturaleza.
Rodeado por este hipnótico paisaje aparece el majestuoso Parador de Cruz de Tejeda, a 1.500 metros de altitud. Las vistas desde la terraza regalan un paisaje de verdes arboledas interrumpidas por abruptos barrancos que se abren hasta impactar contra el océano.
Resurgir como un Ave Fénix
El emblemático parador volvió a abrir sus puertas el 17 de septiembre de 2018, una vez concluidas las obras de reconstrucción. El edificio resultó dañado por el incendio que afectó a la isla de Gran Canaria en septiembre de 2017. Sufrió daños en la cubierta, la zona del spa y 15 habitaciones, 10 con daños considerables y cinco con desperfectos menores. La rápida intervención de la brigada de bomberos evitó que el parador fuera arrasado por completo.
La actuación principal de las obras de rehabilitación se centró en las 10 habitaciones de la planta baja, con una reforma integral. En cuanto a la decoración, se optó por continuidad estética de la época anterior.
El área del spa fue completamente renovada. La nueva factura incorpora un jacuzzi exterior con vistas a la Caldera Volcánica de Tejeda y la reconstrucción completa del puente sobre la piscina. También se realizaron trabajos de mejora en la terraza del comedor, cinco habitaciones de la cuarta planta y el resto de instalaciones interiores y exteriores que se vieron afectadas.
Atardeceres únicos
El Parador de Cruz de Tejeda se envuelve entre un manto de verdes laderas. La terraza es un lugar privilegiado para contemplar los magníficos atardeceres de la isla. La estancia en este hermoso enclave facilita el disfrute de rutas que atraviesan los lugares más representativos de Gran Canaria, como el Mirador del Pico de los Pozos de la Nieve, que forma parte de la Reserva de La Biosfera o la hermosa ruta del Roque Nublo, uno de los parajes más emblemáticos de la isla. A tan solo 9 kilómetros está Tejeda, una localidad de visita obligada para descubrir el patrimonio arqueológico de la isla.
Resulta especialmente aconsejable el relajante descanso que proporciona el spa y la piscina hidrotermal con espectaculares vistas. El parador propicia el descanso en torno a la chimenea del salón, uno de los rincones que mejor refleja el carácter canario gracias a los murales que lo decoran.
Excelencia gastronómica
La idiosincrasia de las islas, sus costumbres y tradiciones, queda patente en los fogones del parador con la reinterpretación de un recetario exquisito. La mezcla de influencias y sabores, especias, almendras y frutas tropicales, junto a carnes y quesos desparraman un universo exótico que se plasma en una carta generosa y sorprendente.
Cherne con verduras.
El equipo de cocina del parador extiende su maestría a los excelentes productos locales y recrea sabores como el baifo con almendras, el potaje de berros, el conejo en salmorejo, las papas arrugadas y mojos, el bienmesabe y los increíbles quesos de Tejeda.
Papas arrugás.
Historia del parador
El 18 de octubre de 1945 abría sus puertas el Parador de Cruz de Tejeda, obra de los hermanos Miguel y Néstor Martínez Fernández de la Torre, que proyectaron una construcción regionalista. Este tipo de inmuebles dio paso en la red de Paradores a un nuevo modelo de edificios con personalidad propia. La construcción corrió a cargo del Cabildo Insular de Gran Canaria para incorporarse después a la red de Paradores. Tras realizar una ampliación del refugio se decoró y completó el mobiliario para cocina, comedor, habitaciones y enseres de servicio bajo la Dirección General de Turismo. En 1996, el parador cerró sus puertas para volver a abrir en 2009 después de una importante obra de rehabilitación que lo dotó de unas instalaciones acordes a las nuevas exigencias del turismo.
Texto: Mª José Prieto
Fotos: Paradores de Turismo de España