La historia del Parador de Olite está estrechamente vinculada a dos reyes navarros: Carlos III "El Noble" y su nieto Carlos, Príncipe de Viana. El primero llevó al edificio a su máximo esplendor, y su descendiente heredó la residencia, cuyas paredes fueron testigos de sus hazañas tanto en su infancia como en su reinado. Sin embargo, lo que más destaca es la habitación 106. Por su tamaño y majestuosidad, no es de extrañar que fuera la alcoba principal de los monarcas. Hoy en día, alojarse en esta estancia es como revivir la Edad Media. Pero antes, conozcamos más de cerca a estos dos reyes.
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¿Quién la hizo especial?
La llegada del rey Carlos III "El Noble" al Palacio Real de Olite marcó el inicio de una era de máximo esplendor para el edificio. Con el afán de otorgarle encanto y distinción, le imprimió un inconfundible toque francés y pobló sus zonas verdes de plantas nunca antes vistas, fieras y aves exóticas. Su ascenso al trono y su matrimonio con Leonor de Trastámara, hija del rey Enrique II de Castilla, significó el fin de las tensiones entre ambas coronas. Carlos III fue reconocido por su espíritu conciliador, lo cual contribuyó a que sus años de reinado fueran pacíficos y estables. Un hito destacable de su mandato fue la firma del Privilegio de la Unión, que unió los tres principales núcleos medievales navarros, dando origen a la actual ciudad de Pamplona.
Tiempo después, el rey educó a su nieto Carlos en las dependencias del actual Parador de Olite, otorgándole el título de Príncipe de Viana. Bajo su tutela, el futuro sucesor al trono recibió una formación centrada en el remo, la caza y la equitación. Finalmente, el 11 de junio de 1422, Carlos IV juró la corona de Navarra. Como nuevo rey, mostró un notable interés en incorporar los últimos avances a la agricultura e infraestructuras. Emprendió proyectos ambiciosos, como por ejemplo, la comunicación de Pamplona con San Sebastián y la conexión subterránea entre los palacios de Tafalla y de Olite mediante galerías subterráneas.
Una habitación a la altura de un rey
Si subimos hasta la segunda planta del edificio, encontramos la habitación 106, también conocida como Habitación Carlos III El Noble. Al entrar, lo primero que nos llama la atención es el gigantesco ventanal que ofrece vistas impresionantes a la sierra de Ujué y al monasterio de San Francisco. El dormitorio cuenta con todas las comodidades que un rey demandaría. Destacan dos generosas camas, cómodas y adornadas con doseles que le dan un aire principesco. Además, se conserva la chimenea original (actualmente con el tiro cegado). En general, la estancia nos transporta a la época medieval, gracias a sus muros de mampostería granítica y ladrillos de barro, que crean un ambiente histórico digno de ser revivido.
El Parador
El Parador de Olite ocupa el llamado Palacio Viejo, el más antiguo de los dos que conforman el conjunto defensivo de los reyes de Navarra. Sus estancias respiran historia y te hacen sentir como un noble del Medievo. Al pasear por su interior, te encontrarás con detalles medievales como armaduras, tapices, lámparas de forja y artesonados, además de galerías y arcadas decoradas con hermosas vidrieras. Su espíritu señorial se extiende hasta la gastronomía del restaurante, en la que destacan platos como el cordero al chilindrón, el bacalao ajoarriero y la chistorra. Tampoco puedes renunciar a sus postres: la cuajada, los canutillos y la leche frita son solo algunas de las irresistibles delicias que te esperan para cerrar tu experiencia con un toque dulce y memorable.