La Palma, fuente de inspiración
13 de Mayo 2025
Texto
Isabel Robles

En La Palma, el paisaje se funde en una coreografía de luz y color que inspira a quien la contempla. Entre volcanes, cielos estrellados, acantilados y bosques milenarios, la isla despliega una paleta natural que ha enamorado a generaciones de artistas. Hoy, esa misma inspiración se traslada al interior del Parador de La Palma, donde naturaleza, arte y tradición dialogan en armonía.

Que La Palma sea conocida como «La Isla Bonita» no es casualidad: ubicada entre el mar y el cielo, sus paisajes ofrecen contrastes únicos que la convierten en uno de los lugares más hermosos del archipiélago. Son muchos lo que ha quedado cautivados por los encantos de una isla que muestra sin rubor todos los colores que decoran la paleta de los artistas: el verde intenso de los bosques de laurisilva, remanente de un tiempo en el que esta vegetación era la dueña de los trópicos; el azul turquesa que adopta el mar en El Proís de Candelaria, un pequeño pueblo pesquero escondido dentro de una cueva; el azabache brillante de la arena que cubre la playa de Nogales, arrinconada entre la tierra y el océano; el blanco perlado que puntea el cielo en las noches claras, motivo por el que la isla fue la primera reserva Starlight del mundo; el naranja que tiñe el agua rica en hierro de la cascada de los colores, en el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente; el rosa pálido de las salinas de Fuencaliente, en el extremo meridional de la isla; el morado que cubre las crestas septentrionales cuando la violeta de La Palma florece, y el amarillo claro del azufre sobre el cráter del volcán Tajogaite, que entró en erupción en 2021.

Por eso, no es de extrañar que la isla sea fuente de inspiración para multitud de artistas, desde pintores y músicos hasta fotógrafos. Es el caso de Francisco Concepción que, en sus óleos y acuarelas, supo hacer suyos las calles, rincones y formas de la isla, pero también el de Richard Mosse que, a través de su cámara, presenta una visión cruda y a la vez poética del paisaje transformado por la erupción volcánica. Su serie «Terraforms», recientemente expuesta en ARCO Madrid 2025, invita a reflexionar sobre la fragilidad de la naturaleza y la manera en la que el ser humano interacciona con el entorno para prevenir catástrofes.

Paradores no es ajeno a esta sensibilidad artística y, en el nuevo proyecto de decoración del Parador de La Palma, arte y artesanía desempeñan un papel principal. Obras de destacados artistas canarios como César Manrique, Martín Chirino, Francisco Concepción Pérez y Gregorio Toledo, pero también la cerámica tradicional de El Molino y los textiles de la Escuela de Artesanía El Mazo, se integran de forma natural en los diferentes espacios, haciendo que cada estancia se convierta en una experiencia artística de primera categoría.

Integrado a la perfección en su entorno, las grandes balconadas canarias de madera miran al Atlántico y al jardín que se extiende a sus pies, donde el verde de las más de setenta especies que alberga contrasta con el negro de la piedra volcánica. Este juego de colores se traslada al interior donde, en torno a un exuberante patio canario, la terracota y los tonos oscuros toman las riendas, dando una sensación de sosiego a las zonas comunes, pero también al restaurante, que se ha convertido en el espacio ideal para disfrutar de la gastronomía y del colorido de productos canarios como el gofio, el mojo picón, los quesos o las lapas negras. Frente a este fondo, los apliques de colores vibrantes del artista Néstor Martín-Fernández de la Torre sirven de inspiración para las habitaciones y la cafetería, llenándolas de dinamismo y alegría. También, al recuperarse elementos de mobiliario del antiguo Parador, se continúa apostando por conservar la esencia histórica del establecimiento, en un homenaje a la isla que aúna la riqueza de su cultura y su artesanía con los elementos naturales que convierten su paisaje en un lugar de ensueño.

 

RESERVA EN EL PARADOR DE LA PALMA