El Parador de Chinchón fue testigo de una de las bodas más originales que hemos vivido en Paradores. Una pareja muy internacional que reunió a sus amigos de distintas partes del mundo en uno de los hoteles con más encanto de Madrid. Tanto Igor como Jekarina viven actualmente en Nueva Jersey... y sus amigos se distribuyen entre Rusia y Eslovenia.
¿Por qué en el Parador de Chinchón? Seguro que es lo que os estáis preguntando ahora mismo, la respuesta es muy sencilla... se celebrara dónde se celebrara la boda sus amigos tenían que desplazarse si o sí, así que aprovecharon para organizar la boda en el país donde tenían previsto pasar la luna de miel.
Desde el primer momento, los novios sabían que España era el destino que querían para pasar los primeros días de casados, así que fue una decisión bastante sencilla... ¡Iban a cumplir su sueño! Así que reservaron el Parador de Chinchón para ellos y sus invitados. Las horas previas a la boda fueron una auténtica fiesta en la piscina chill out del Parador.
Como celebraron una boda por todo lo alto, ellos tenían que estar radiantes y realmente espectaculares el día B, así que no dejaron nada al azar y ¡lo consiguieron!
La novia vistió un precioso vestido de Allure Bridals, estilo ball gown, con escote en forma de corazón y pedrería por el corpiño, la falda sin embargo, era de tul plisado y organza, demostrando un gusto exquisito.
Para los zapatos, confió en Bagdley Mischka y eligió unos con pedrería incrustada. Y encargó a Floreale un bonito ramo de peonías blancas.
No es una pareja muy convencional, y para demostrarlo, Jekarina decidió maquillarse ella misma, con un make up bastante natural y un recogido simple para no restarle importancia a los maxi pendientes y al velo.
Igor también decidió dar un toque distinto a su look, y mandó grabar en las suelas de sus zapatos "She´s mine" "Ella es mía". Y para el traje, eligió un elegante diseño de Hugo Boss, un esmóquin negro con pajarita.
La mirada de Igor al ver a Jeka acercarse para decir el ansiado ¡sí quiero! lo dice todo.
Después de sellar su amor y salir juntos de la mano los invitados pudieron disfrutar de los magníficos jardines del Parador en el que se sirvió el cóctel mientras el ya matrimonio posaba para el reportaje fotográfico ante la cámara de Roberto Carmona.
Hicieron un recorrido por Chinchón en un carruaje tirado por un burro, una experiencia que no olvidarán nunca, y después de la visita siguieron la sesión por el Parador y sus alrededores. El resultado fue impecable, las fotos hablan por ellas solas.
Durante el banquete hubo de todo, discursos tan emotivos que hicieron llorar a la novia, baile de novios con bengalas incluidas... y ¡hasta un tablao flamenco!
Una boda fuera de lo normal, llena de detalles, sorpresas, buen humor y sobre todo muy completa... una boda inolvidable para un maravilloso grupo de personas que se vino a España para asistir y celebrar un enlace y vivió toda una experiencia para recordar.
¡Enhorabuena Igor y Jeka!