El reciente estreno de la película de Wes Anderson, “Asteroid City”, que tuvo como sede de rodaje el Parador de Chinchón, nos ha hecho recordar todas las veces que algún Parador ha sido escenario de conocidas películas.
Desde la década de los 50, España ha hechizado al cine con su ecléctico encanto, su clima propicio y su cautivadora idiosincrasia. Versátil y poliédrico en sus posibilidades, el territorio patrio ha servido para ambientar lugares tan variopintos y distantes como el desierto de Arizona, la Roma imperial o la Inglaterra medieval. En esta fiebre por lo español, los Paradores, han logrado acaparar parte de ese protagonismo, gracias a su fotogénico patrimonio y a la diversidad de sus edificios, para convertirse en plató de infinidad de películas de ayer y de hoy, españolas e internacionales, que han inmortalizado sus estancias en la gran pantalla. Comenzamos el recorrido: ¡silencio, se rueda!
‘ORGULLO Y PASIÓN’ POR EL PARADOR DE OROPESA
Este castillo medieval que dio cobijo a lo largo de los siglos a soldados, obispos y aristocracia, no solo fue el primer parador que se instaló en un edificio histórico; fue también uno de los más prolíficos como escenario de películas. Ubicado a los pies de la Sierra de Gredos, este enclave toledano, que también sirve de punto de partida a la Comarca de la Vera, pronto se acostumbró a probar las mieles del cine. El cineasta José López Rubio fue el pionero con ‘La malquerida’ (1939, José López Rubio), un drama rural patrio, basado en la novela homónima de Jacinto Benavente, que dio paso, dieciséis años después, a ‘El tren expreso’ (León Klimovsky, 1955). Historia de intriga sobre las vicisitudes de un pianista, que atrajo al galán de la época Jorge Mistral hasta el Parador, causando un enorme revuelo.
Pero la película que realmente puso Oropesa y su Parador en el mapa fue ‘Orgullo y Pasión’ (Stanley Kramer, 1957), protagonizada por Cary Grant, Frank Sinatra, Sofía Loren y otros actores del panorama nacional, nada desdeñables en la época, como Carlos Larrañaga. El patio del imponente conjunto monumental del Parador, que sirvió de ruedo taurino de la localidad durante mucho tiempo, fue aprovechado para una corrida de toros memorable, que se ve interrumpida por un joven Frank Sinatra, metido en la piel de un engominado guerrillero español, en plena invasión napoleónica, para insuflar indignación en una proclama que removiera las conciencias del populacho y lograra su apoyo, en aras de poder custodiar un enorme cañón hasta Ávila.
“El rodaje supuso una pequeña inyección económica”, según explica José Manuel Gutiérrez, antiguo oficial de administración del Parador. Muchos participaron como extras y sus sueldos oscilaron “entre las 80 y 125 pesetas diarias, un alivio para muchas familias que venían ganando entre 5 y 10 pesetas diarias en sus trabajos”. Además la experiencia les permitió también “saborear por primera vez un conocido refresco de cola y dar una calada a los cigarrillos americanos”, algo bastante exótico para una España que aún sufría los coletazos de la postguerra.
CARDONA, EL PARADOR QUE FASCINÓ A ORSON WELLES
Según versa uno de los paneles informativos de la cafetería de este Parador, Orson Welles escogió el castillo de Cardona para rodar algunas escenas fundamentales de su película ‘Campanadas a Medianoche’ (1965), sin duda, “la mayor ilusión profesional de su carrera”. Su equipo de producción tuvo acceso a infinidad de postales con varias localizaciones y enseguida se sintió fascinado por este monumento medieval, que incluye el palacio residencial de los Cardona, en el que se encuentra el Parador.
De hecho, aunque muchas de las escenas se rodaron en La Colegiata, iglesia románica pegada al Parador, el propio alojamiento hotelero, desde el que se contempla una impresionante panorámica de Cardona, también prestó algunas de sus grandes joyas arquitectónicas al rodaje, como la Torre de la Minyona (siglo II), que aparece en varias escenas, como en la que se decide la guerra contra Francia; la iglesia románica (siglo XIII); el claustro, en el que el actor Norman Rodway protagoniza un desnudo masculino; y las murallas. En total, en 31 minutos, de los 105 totales del metraje, aparece el castillo de Cardona. Al parecer, según contó el jefe de producción, Gustavo Quintana, al Diario de Manresa en un reportaje publicado en octubre de 1964, “el castillo ofrecía más ventajas que otros monumentos y también contaron con la buena colaboración de las autoridades y el pueblo de Cardona”.
Jean Moreau, Marina Vlady y Fernando Rey, completaban un reparto, con Welles a la cabeza, de esta película que reúne varias historias de Shakespeare, en torno a la figura de Enrique IV. Su rodaje dio trabajo temporal a muchos vecinos de Cardona, localidad que, por cierto, es Bien Cultural de Interés Nacional. Y hoy por hoy en la zona siguen rememorando con cariño este episodio cinematográfico.
EL PARADOR DE SIGÜENZA Y EL NUEVO MUNDO
La fiebre por los castillos medievales españoles también aquejó el director John Glen, que escogió el de Sigüenza, que cobija al Parador, para su película ‘Cristóbal Colón, el Descubrimiento’ (1992). Construido en el siglo XII sobre una alcazaba árabe, el recinto acoge verdaderas maravillas históricas, como la capilla románica del siglo XIII, el comedor abovedado, la colección de habitaciones con balcón de madera o el estupendo patio empedrado, que debió transportar al pasado a un Marlon Brando, de 68 años por aquel entonces, que encarnó (dicen que, por necesidades económicas, a causa del encarcelamiento de su hijo, culpable de asesinato) el papel del inquisidor Torquemada, y cuya visita se produjo en la más absoluta discreción. La película, contó también con la presencia de Tom Selleck, Benicio del Toro, Catherine Zeta-Jones y un no tan mediático George Corraface, metido en la piel de Colón.
Lo que ahora es el restaurante del Parador, entonces Salón del Trono del Castillo, fue uno de los escenarios más emblemáticos. También sus exteriores, frente a la barbacana que protege la fachada principal, y el patio del castillo, convertido en las caballerizas del rey de Portugal.
Nada que ver con el ambiente que se respira en "La Pasión Turca" (Vicente Aranda, 1993) en la que se muestra también el Parador, incluyendo su imponente entrada, como en la escena que vemos a Ana Belén accediendo en coche al patio de armas con intención de alojarse. Película en la que, por cierto, volvemos a encontrar al Colón de la cinta anterior, Corraface, resolviendo el hambre sexual de la protagonista femenina.
Aunque en ‘El Florido Pensil’ (Juan José Porto, 2002) aparecieron los exteriores del Castillo, fue de nuevo Vicente Aranda el que, un año antes, le devolvió el protagonismo al Parador con su película ‘Juana La Loca’ (2001), que le valió el Goya a Pilar López de Ayala como mejor Actriz. Si para la historia de Colón, Sigüenza ambientaba las calles de la Lisboa de la época, en esta ocasión, el contexto se tornaba burgalés, y su Parador en el escenario de un momento histórico clave, relacionado con la muerte de Felipe “El Hermoso” (interpretado por Danielle Liotti). La cinta muestra al rey entrando a caballo por las puertas del patio de armas, desmonta en las escaleras y recibe el famoso vaso de agua que le hizo enfermar (por fatal digestión o envenenamiento) y que, poco después le causó la muerte.
TODO ES POSIBLE EN EL PARADOR DE GRANADA
En este recorrido por los Paradores más cinematográficos no podía faltar La Alhambra y su espléndido Parador. Entre el rumor de fuentes, el verdor de sus jardines y la alegría de la copla española, Manolo Escobar inmortalizaba este alojamiento, que fue erigido como convento, a petición de los Reyes Católicos, sobre un palacio nazarí sobre el que aún se conservan restos (como el patio, transformado en claustro, la sala árabe y el magnífico mirador con vistas al Generalife).
Un enclave único y privilegiado que sirvió para impregnar de espectacularidad la película ‘Todo es posible en Granada’ (Rafael Romero Marchent, 1982). Una comedia musical, la del famoso “Porompompero”, en la que participaban consagrados actores como Rafael Alonso, Luis Varela, Manolo Gómez Bur o Luis Barbero, y que mostraba varias dependencias del Parador, además de su magnífica terraza.
EL PARADOR DE COSTA DA MORTE, A LA VANGUARDIA DEL CINE
A pesar de ser el último Parador en integrarse a la red de alojamientos, su moderno edificio, totalmente incorporado al espectacular entorno del Cabo Fisterra, ya ha acogido el rodaje de dos producciones. La primera, ‘O meu vestido de noiva’ (Juan Carlos Blanco, 2021), una comedia gallega que presume de los muchos atractivos del Camino de Santiago, en general, y de Santiago de Compostela, en particular; y ‘Justicia Artificial’ (Simón Casal, 2023), un thriller de ciencia ficción aún pendiente de estreno que trajo a Verónica Echegui y a Alberto Ammann al Parador para contar una historia sobre el dilema moral de sustituir la inteligencia humana de los jueces por la artificial. Su interior, moderno y minimalista, y con elementos orgánicos inspirados en las piedras y vegetación del entorno, fueron perfectos para ambientar la empresa futurista del film. En ambas cintas, resultó esencial la biblioteca del Parador, un espacio abierto en el que la madera y el ventanal que mira al mar exhiben todo su poderío en varias escenas de ambas películas. De taller de moda en la primera historia, a sala de reuniones, en la segunda.
Sobra decir que el equipo de Justicia Artificial “quedó impresionado con el edificio”, en palabras del director del alojamiento, Julio Castro, quien explica también que en las escenas desde la playa, su magnífica fachada en escalera, de seis plantas, fue “ligeramente recortada”, por exigencias del guión.
FRANCESES Y ALIENÍGENAS EN EL PARADOR DE SANTIAGO DE COMPOSTELA
‘Orgullo y Pasión’ no sólo dejó huella en Oropesa, el Parador de Santiago de Compostela también se benefició de la magnitud de esta superproducción. Para el recuerdo han quedado memorables escenas como la de la llegada del general, en carruaje, a la presencia de Sofía Loren a las puertas de la imponente fachada plateresca. En la película, el edificio es la sede del general francés y son varias las escenas que permiten disfrutar de esta joya que alberga cuatro claustros y una colección única de obras pictóricas. ¿Quién iba a decir que el lugar que dio cobijo a los Reyes Católicos, convirtiéndose así en el hotel más antiguo de España, serviría de plató cinematográfico cinco siglos (y miles de peregrinos) después?
No fue la única incursión del edificio en pantalla. Charlton Heston y Anthony Quinn también recorrieron su interior para el rodaje de una miniserie para televisión, ‘Camino de Santiago’ (Robert Young, 1999) y disfrutaron también de su estancia. La Suite Real (número 301) alojó al Moisés más grandioso que ha dado el cine. Y la llamada Suite del Cardenal, como no podía ser de otra manera, a Quinn, el cinematográfico Papa de ‘Las Sandalias de El Pescador’.
Mención aparte merece, al final de este recorrido por el Parador de Santiago, por lo bizarro de su argumento, la cinta ‘Juan y Junior en un mundo diferente’ (Pedro Olea, 1970). Tan diferente que en esta rareza del cine patrio hay cabida para la ciencia ficción, los extraterrestres, las canciones de este dúo musical y el Parador. Cuesta creerlo pero hay prueba gráfica (https://www.youtube.com/watch?v=yTokZUDEvRY).
PARADOR DE LEÓN, LUJO EN ‘EL CAMINO’
“Uno de los más refinados establecimientos hoteleros de Europa con todas las comodidades que se pueden brindar al viajero o peregrino, sin haber perdido su sabor histórico” (Noticiario Documental, 2 de agosto de 1965). Así se hablaba sobre el Parador de León en el No-Do, el informativo propagandístico del régimen, prólogo de cualquier estreno de cine de la época. Y precisamente, el histórico Hostal San Marcos, servía, décadas después, para eso, a Martin Sheen, protagonista de ‘The Way’ (Emilio Estevez, 2010). El actor, a las órdenes de uno de sus dos célebres herederos (el otro es Charlie Sheen), se daba un respiro aquí y descansaba del periplo vital, de 800 kilómetros, que pretendía completar, junto a las cenizas de su hijo fallecido.
La celda en la que estuvo preso Quevedo durante cuatro años, por orden del Conde Duque de Olivares, aparece en el film como el mejor de los refugios para este exhausto personaje. La emblemática habitación, aparecía en el largo, junto a algunas otras estancias, como los magníficos exteriores del alojamiento, o la sala capitular, que fue convertida en el bar de copas que aparece en la película.
PARADOR DE JÁVEA, CINE A LOS PIES DEL MEDITERRÁNEO
Y de un drama intimista a la comedia folclórica ‘Con la Música a otra parte’ (1971, Fernando Merino), que nos traslada a un contexto totalmente diferente, el Parador de Jávea, en alguna de sus escenas. De ubicación privilegiada, junto a la playa del arenal, su edificio volvió a insistir en el cine tres décadas después para la romántica ‘Entre abril y junio’ (Aitor Gaizka, 2002), una historia sobre los encuentros y desencuentros de un locutor de radio con una chica argentina recién llegada a España.
Y con esta última parada en Jávea, terminamos esta grata peregrinación cinematográfica parafraseando a la entrañable Dorita, del clásico El Mago de Oz: “Se está mejor en casa que en ningún sitio”, decía mientras golpeaba sus chapines rojos para volver a Kansas. No es cuestión de contradecir a la venerable Judy Garland pero hay lugares, como los Paradores que aquí hemos recorrido, en los que se está de cine. ¿A qué esperas para comprobarlo?