José Sacristán
Actor
Ángel es un pintor sumido en una crisis creativa desde que falleció su mujer. Señora de rojo sobre fondo gris es el libro más íntimo de Miguel Delibes. El personaje, trasunto del escritor, desnuda su drama interior. José Sacristán resurge magistral en la cumbre de su carrera para mostrar el desgarro que supuso la muerte de Ángeles de Castro, esposa de Delibes, en la vida del escritor.
En Señora de rojo sobre fondo gris, el artista, cercenado por la muerte de su mujer, se enfrenta al dolor de la pérdida. ¿Cómo fue la preparación para un personaje tan profundamente herido?
Delibes se protege con este personaje de ficción para mostrarse a sí mismo. Mientras preparaba la obra, hablé mucho con él, seguí sus instrucciones y, salvo algún pormenor desdeñable, el papel tiene mucho equilibrio entre lo que significó para Delibes la pérdida de su esposa y el texto que interpreto. El resultado se aproxima mucho a ese dolor inmenso y profundo en el que se sumió.
¿Qué significó contar con la opinión de Delibes sabiendo que era a él a quien estabas interpretando?
Tuve el privilegio de estar cerca de Miguel. Fue un hombre muy especial, dueño de una mirada muy singular. Le costaba mucho abrirse, pero era un hombre muy tierno. Desde la sencillez, manejaba la palabra alcanzando cimas líricas que te transportaban a los asuntos más sublimes. Con Miguel, me pasó lo mismo que con Fernando Fernán Gómez. Con ellos no existían las imposturas. No podías fingir, porque te hacían parecer ridículo. Eran personas que, quisieras o no, te convertían en alguien mejor.
En Delibes subyace ese misterio. No se puede leer ni uno solo de sus libros sin sentir que algo esencial se está diciendo sobre nosotros mismos. ¿No cree que cada una de sus páginas, más allá de su correcta resolución formal, se transforman en arte verdadero?
Sus textos surgen de los detalles más humildes para llegar a las cotas más altas de la condición humana. Como decía Pacífico Pérez, el protagonista de La guerra de nuestros antepasados, fue el hombre que nos enseñó a mirar. La mirada de Delibes estaba repleta de comprensión y humildad.
"Los textos de Delibes surgen de los detalles más humildes para llegar a las cotas más altas de la condición humana"
Señora de rojo es, además, un relato que penetra en la esencia misma del narrador: la de aprender a ponerse en el lugar de los muertos...
Él dijo que este libro era un vómito. Lo escribió en silencio, como una necesidad de sacar su interior, de liberar sus entrañas. Ni sus propios hijos sabían que lo estaba preparando. No se lo contó a nadie. Se protegió con un personaje ficticio para mostrar el amor tan profundo que albergaba. La memoria de ese amor era tan fuerte que pudo plantarle cara a la muerte.
El protagonista revela que su esposa era capaz de encontrar la belleza hasta en las cosas más inanes. ¿Quién fue Ángeles de Castro?
La frase que le dedicó Julián Marías: "era una mujer que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir", además de hermosa, representa la esencia de lo que fue Ángeles en la vida de Miguel Delibes. Él era extremadamente tímido. Y ella, su motor, su contacto con la humanidad, una mujer con la que descubrió la pasión por la lectura. Fue el complemento perfecto para un hombre como Miguel. Tras su muerte no solo desapareció su amor, sino que perdió a su brújula y su guía.
Con 82 años sigue sobre las tablas. Usted empezó en la interpretación por vocación. Era sí o sí. A estas alturas ¿sigue existiendo esa chispa?
Estoy encantado y seguiría toda la vida. La chispa siempre ha estado ahí. Me siento igual que cuando me ponía de crío las plumas de las gallinas para disfrazarme de indio. Afortunadamente, puedo elegir el trabajo que quiero hacer. Y eso, hoy en día, es un privilegio.
"Me gustan mucho todos los Paradores, pero lo tengo claro, el mejor es el de mi pueblo: Chinchón"
Tiene usted un rostro de esos que hacen pensar: por ahí va un buen tipo. Tenía claro que no iba para galán, pero ¿y el papel de españolito medio en el que le encasillaron?
Sí, parece que encarno ese tipo que no es ni listo ni tonto, ni alto ni bajo, ni guapo ni feo. Soy un tipo normal, muy de andar por casa; ese español de mesa camilla. La verdad es que me gustaría que se me recordase como un espejuelo de la realidad cotidiana.
En la obra de Delibes subyace su amor por la naturaleza, pero también el drama por el abandono del campo. Fue un adelantado ¿no cree?
Soy nieto de campesinos y los dos coincidíamos en el amor por los pueblos. También compartíamos el afecto por Castilla y por el campo. Delibes estaba muy preocupado por el abandono del medio rural. Hace 40 años que vio venir lo que está sucediendo.
¿Conoce la Red de Paradores?
Por supuesto.Me gustan mucho todos los Paradores, pero lo tengo claro, el mejor es el de mi pueblo: Chinchón.
Texto: Mª José Prieto
Fotos: Sarompas (escena)/ Javier Naval (promoción)