Enclavada entre susurros de historia y pálpitos de modernidad, Lleida se revela como un tesoro singular. Un lienzo donde cada pincelada es un relato y cada esquina es un descubrimiento.
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AL ALBA. Con el primer latido de la ciudad, la imponente Seu Vella se yergue como testigo silente de su pasado medieval. La compleja silueta, estrellada contra el cielo del amanecer, es fiel reflejo de una construcción románico-gótica construida sobre una colina desde la que se divisan la ciudad y gran parte de la comarca del Segrià. Lleida es un buen destino si se quiere seguir la pista del románico. La cercana ruta de la Comarca de la Alta Ribagorza, a dos horas en coche, cuenta con nueve iglesias románicas en el Valle del Boí, declaradas por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
DE MAÑANA. El paseo por la Calle Mayor, protegida como bien cultural de interés local, se extiende al resto del casco antiguo, que conserva rincones singulares como la Plaza de Paería, la Seu Nova y el Casino Principal, de estilo neoclásico. La Paeria es un edificio notable por su arquitectura y por ser el guardián de la vida cívica desde la Edad Media. A escasos metros de la Calle Mayor, se divisa un magnífico convento del siglo XVII hoy convertido en Parador. El camino prosigue hacia el Castillo Templario de Gardeny, fortaleza que habla de misterio y estrategia. De gran belleza arquitectónica, todo el conjunto de Gardeny constituye uno de los testimonios más destacados de la arquitectura templaria, levantada en Cataluña durante la segunda mitad del siglo XII.
MEDIODÍA. Si el apetito despierta, platos típicos como los caracoles a la llauna, preparados a la leña sobre una plancha de hierro, se convierten en un rito de paso para el visitante. La cocina ofrece un gran abanico de platos con toques frutales, embutidos y quesos que hablan de la tradición pastoral de la región. El restaurante L'Aplec del Parador de Lleida está consagrado a la cocina catalana de interior, con recetas tradicionales puestas al día a base de caracoles, bacalao, verduras, canelones o pato.
CAE LA TARDE. Colores ocres y sombras alargadas se perfilan sobre La Lleida Modernista. Múltiples construcciones han sido objeto de recientes restauraciones para recuperar el esplendor original y lucir coloristas y ornamentadas fachadas: el Teatro del Escorxador, las Casas Balaschm la Casa Baró (La Vinícola), la Casa Morera (Casa de la Lira), el antiguo Cine Vinyes, la Casa Magí Llorens, la Casa Melcior, el Edificio Pal·las o la casa Bergós son buena muestra de un estilo con fuerte arraigo en Cataluña. Imprescindible visita merece también el Museu de Lleida, resultado de la suma de objetos singulares y relevantes de la historia del arte y la arqueología. Hoy integra, además, el fondo aportado por el Cabildo de la Catedral y depósitos de la Generalitat de Catalunya, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arqueología de Cataluña y algunos particulares.
DE COMPRAS. En el corazón de Lleida, el Eje Comercial emerge como un vibrante pasaje de casi tres kilómetros y medio, uno de los más extensos de Europa. Este laberinto de calles y plazas aglutina más de 450 tiendas y sirve como corredor cultural.
ESPACIOS NATURALES. Lleida presume de espacios naturales como el Parque de La Mitjana y el Arborètum o Jardín Botánico, con más de medio millar de especies botánicas ordenadas según procedencia, además, la primavera es el escenario ideal para visitar la floración de los melocotoneros en Aitona. Para los amantes del enoturismo, Lleida se perfila como emplazamiento perfecto desde el que visitar bodegas y viñedos. El Parador ofrece información de las rutas enoturísticas por la Denominación de Origen Costers del Segre.
El DESCANSO. El Parador, un refugio situado en un convento del siglo XVII, ofrece una experiencia de descanso única. Rodeado de un claustro que invita a la paz y una iglesia transformada en restaurante, es el lugar perfecto para rejuvenecer tras un día de exploración.