Paradores renueva su carta de postres con propuestas vegetales
17 de Agosto 2023
Texto
Luis Tejedor

Algo se mueve en el mundo de los postres. En Paradores, no son un mero complemento al menú, sino que han tomado para sí un papel protagonista gracias a nuevas texturas, gustos y aromas. Nuevas propuestas basadas en productos vegetales como la remolacha, la calabaza o la zanahoria. El resultado final de este proceso sorprende por su sabor, su ligereza y su equilibrio. Los pecados de la mesa nunca estuvieron tan libres de culpa.

Un buen menú, como el cine, está sujeto a reglas que le dan forma. Hay un planteamiento, un nudo y, cómo no, un desenlace. ¡Seamos honestos con nosotros mismos! A todos nos gusta un happy end de esos en los que el héroe se lleva a la chica o rematamos una comida con un postre memorable. Ya que todo ¡ay! debe tener un final, es mejor que sea dulce.

Si la primera impresión es la que cuenta, la última puede desbaratar todo el esmero de un equipo de cocina. Por eso, cuidar el postre es asegurar un punto final que concluya en equilibrio y perfecta armonía el desfile de platos que han elegido los comensales. Si han disfrutado de una buena comida, es materialmente imposible que rechacen una sugerencia dulce de la casa. 
La nueva repostería nos proporciona uno de los escasos placeres sin culpa. Los postres, como la vida misma, también están cambiando. Ante la demanda de productos más saludables, sin renunciar al sabor, está la oferta de recetas con menos azúcares y mantequilla, en las que las verduras se convierten en un invitado imprevisto. Ser goloso ya no está reñido con el cuidado personal.

Ganache de hinojo con melón y pepino infusionado con jengibre del parado en el Parador de Chinchón

 

Guardianes de las esencias
España, con sus idas y venidas, tiene una tradición repostera construida con cimientos sólidos. Los piononos, las filloas o la goxua han hecho tanto por este país como las catedrales góticas. Podemos sacar pecho ante las creaciones de los obradores y fogones de Europa de que aquí disfrutamos del azúcar –gracias al cultivo de la caña dulce introducida por los árabes– mucho antes que nuestros vecinos del norte.

 Paradores es buen guardián de la repostería de toda la vida. La Red ha querido conservar estas costumbres ofreciendo en sus cartas postres con tradición, unos muy populares, conocidos en todo el país con escasas diferencias en su elaboración, y otros locales, de esos que alegran las fechas señaladas en cada pueblo o ciudad.

 Paradores ha recopilado gustosamente este legado y lo ha puesto al día. Con este fin, ha investigado en las costumbres de cada territorio en el que se ubican sus establecimientos y, sin quitarle su esencia, le han dado aires nuevos puliendo los detalles. 

Calabaza, chocolate, y helado de coliflor del Parador de Limpias

 

Y de postre… verduras
Además de dignificar los postres de siempre, Paradores ha apostado por ampliar su oferta dulce con propuestas que provocan al oído y contentan al paladar. Donde el cliente siempre puede tomar un postre de chocolate, uno regional y otro de frutas, ahora tiene a su disposición una delicia vegetal.

Para Paradores “el público trata de buscar cosas diferentes y nuevas, sabores distintos que nunca hayan probado”. Del mismo modo que asumió reto de quitar el polvo a la repostería clásica, ahora toca crear fórmulas veggies a la altura de lo que se espera de Paradores. El propósito es tener cartas equilibradas y completas. “Todos sabemos que es un brownie… ¿Por qué no hacerlo de remolacha? En Villafranca del Bierzo, por ejemplo, lo hacen con berenjena, nueces y cacao. Queremos que el mundo vegetal no forme parte de la primera parte de la comida sino también de su final. Son postres totalmente distintos, con un final equilibrado y muy ligeros en su conjunto. Este es el concepto”.

Semiesfera de queso y calabaza con violetas  del Parador de Úbeda

Al llevar la teoría a la práctica saltan las sorpresas. Lejos de establecer una oferta uniforme, Paradores ha incitado cada una de sus cocinas a crear un postre diferente. Lleida, en su caso, ofrece una primorosa crema de calabaza con un bizcocho de remolacha y un helado de zanahoria ahumada. Guadalupe, por su parte, un pastel de queso Ibores con calabaza y almendra, que es un primor. ¿Cómo se pueden unir elementos tan aparentemente dispares y salir bien librado? Esa es la pregunta que los comensales deben plantearse. Mientras encuentran la respuesta, y no, pueden entregarse al disfrute de estos pequeños platos.

Ese momento de júbilo de los clientes es el propósito último de esta innovación en la carta. “Queremos descubrir nuevas tendencias para ser disfrutadas por nuestro público ¡Qué mejor que terminar así una comida! Que vean que hay productos muy ricos no sólo en salado, también en dulce. Es un trabajo difícil, pero en Paradores no nos quedamos parados. Somos diferentes y tenemos nuestra propia filosofía. El mundo gastronómico es tan amplio que siempre hay una evolución”, explican. Ahora solo queda que los clientes den rienda suelta a su curiosidad y su espíritu juguetón para recrearse con esta invitación.