Restaurante La Cuina de Portolá - Parador de Arties
Cocina aranesa en plenos Pirineos
La gastronomía tradicional combinada con un concepto local de la cocina del Valle de Arán es la seña de identidad del Parador de Artíes. Dispone de una carta de producto local y regional, así como exquisitas preparaciones a la brasa y riquísimos platos más informales para compartir.
Un mirador a las cumbres nevadas
El Restaurante se ubica en la planta baja de la antigua Hostería Don Gaspar de Portolá. De estilo aranés, con unos bonitos ventanales e inmejorables miradores a las montañas del Naut Aran. Descubre las exquisiteces de la cocina de esta bella zona pirenaica, con productos como patés, butifarras, membrillos, quesos de montaña, y platos como la olla aranesa, la trucha a la llosa, el civet de jabalí, carnes y pescados a la brasa o el pescajús.
Tipo de cocina
Catalana y aranesa
Especialidades
Olla aranesa, trucha a la llosa, carnes a la brasa, pescajús de Artíes.
Horarios
La joya de la arquitectura aranesa en el Pirineo catalán
Si visitas el Valle de Arán en la temporada de esquí no olvides reservar con tiempo tu mesa en nuestro espacio restaurante-cocktail bar. Un lugar perfecto para el après ski, donde quedar con amigos, ir en pareja o en familia y disfrutar de una selecta carta de cócteles junto a la chimenea tras un largo día en la nieve. Pero no pienses que el Parador de Arties es un lugar solo para un viaje invernal. Cuando llega el calor podrás refrescarte en la piscina y relajarte en las hamacas del jardín contemplando las montañas del Pirineo. Además, una de las joyas del Parador es la piscina del spa, con parte interior y exterior, y que cuenta con climatización en los meses de invierno.
El Valle de Arán fue una de las primeras localidades catalanas en recibir el sello de Destino de Turismo Deportivo, y además de los deportes que la nieve permite practicar, ofrece unas espectaculares rutas de senderismo por el Pirineo. En Arties, su bonito casco urbano atrae tantas miradas como sus vistas desde la distancia. Posee el encanto de los pueblos de montaña, con casas con tejados picudos, y empedradas callejuelas que dirigen a bares y restaurantes con mucho ambiente.