Igandea
Luz, magia y alegría. Resumido, eso es la llamada “La Tacita de Plata”, una de las ciudades más antiguas de occidente. Una intrincada urbe de callejuelas abierta al Atlántico donde conviven armónicamente palacios barrocos y edificios indianos con la excepcional arquitectura moderna del Parador. Desde la Torre Tavia -y con su pionera cámara oscura- podrás verla en todo su esplendor, desde donde se aprecia la catedral, ejemplo del esplendor colonial de la ciudad.
La playa urbana de La Caleta es su horizonte abierto e infinito. Escoltada por los castillos de Santa Catalina y San Sebastián, en su paseo marítimo evocarás la icónica imagen del malecón de La Habana. Ciudad acogedora, conviene perderse por sus barrios con encanto por dejarse seducir por su peculiar forma de vida -apunta en tu agenda, el carnaval, su fiesta por excelencia en la que las calles se llenan de comparsas, chirigotas y desenfreno, tapear y disfrutar de exquisitos manjares, como el marisco, el pescaíto frito o el exclusivo atún de almadraba.
Puedes cruzar la Bahía de Cádiz en una maravillosa travesía en barco para conocer El Puerto de Santa María o acercare hasta Sanlúcar de Barrameda, situada en la desembocadura del Guadalquivir frente a Doñana, donde degustar una buena manzanilla y en verano presenciar las famosas carreras de caballos en la playa.