Apenas dos décadas. Es el tiempo de vida que le queda a las impactantes estructuras de hielo que conforman los últimos glaciares en España. Un fenómeno que avanza a escala global. La inmensa mayoría se derrite a un ritmo sin precedentes. El cambio climático muestra aquí una evidencia letal.
El impactante paraje del Pirineo alberga los únicos glaciares que quedan en la península ibérica. En los últimos años su escuálida figura ofrece una apariencia dramática. De hecho, ya no es posible hablar de cómo salvar a los glaciares, sino de su extinción. De los cincuenta y dos glaciares que había en la cordillera pirenaica en 1850, han desaparecido treinta y tres, la mayoría después de 1980.
Vista de Monte Perdido y del Valle de Ordesa.
Monte Perdido
El glaciar de Monte Perdido aparece como una figura atávica entre la inmensidad de las montañas. Esta espectacular mole de hielo lleva aferrada a las cumbres desde hace millones de años, moviendo su lengua como una criatura llena de vida. La fascinación que despierta su estudio entre la comunidad científica es sencillamente reverencial.
Un glaciar es una masa de hielo con una característica determinante: tiene movimiento propio.
El de Monte Perdido y el de Maladeta-Aneto son los últimos que quedan en el pirineo aragonés. Aunque el de Aneto es más extenso, Monte Perdido es el que mejor refleja el retroceso del hielo en la cordillera pirenaica, al estar más controlado por campañas de medición con escáner.
Entorno del Parador de Bielsa.
Desde 2011, un equipo de científicos del Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) mide las palpitaciones de este coloso. Los datos obtenidos en 2019 revelan lo que ya es un hecho: en aproximadamente veinte años se habrá extinguido.
En 2016, el glaciar tenía 38 hectáreas de largo. Cada año pierde un metro de espesor y avanza tres centímetros al día. El año pasado perdió 1,56 metros de espesor, un dato, que si se suma a la medición acumulada desde que se inició el programa de monitorización, arroja la dramática cifra de 7,2 metros de pérdida de masa, lo equivalente a un edificio de dos plantas.
Vistas desde la terraza del Parador de Bielsa.
En las últimas décadas se ha roto en dos trozos sin conexión. En 2011, emergió un farallón de roca caliza en el hielo del glaciar inferior. Las piedras, junto al polvo del Sáhara, que llega en grandes nubes arrastradas por el viento, actúan como un radiador que acelera la fusión del hielo.
Un Parador a sus pies
Al pie de Monte Perdido, en pleno Pirineo oscense, se encuentra el Parador de Bielsa, un acogedor refugio de montaña donde las vistas regalan lienzos de infinitos colores en todas las estaciones del año y el silencio deja paso al sentir de la naturaleza.
Parador de Bielsa.
"Para los glaciares de Pirineos ya es tarde, su desaparición es irreversible"
Juan Ignacio López Moreno, investigador del Instituto Pirenaico de Ecología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Lleva más de 20 años ligado a la ciencia y 10 años como científico del Instituto Pirenaico de Ecología del CSIC. Nacho López es geógrafo e investigador científico experto en glaciares. Monte Perdido es su paciente más admirado. El pronóstico no es bueno para este anciano helado.
Viajemos al futuro. Año 2040. ¿Existe Monte Perdido?
Habrá muy poco hielo al descubierto. Quizás en la parte izquierda, donde hay más acumulación de nieve, se conserve algo mejor. La previsión es que no quede más de un 20%. El glaciar pierde un metro de espesor cada año y puede que este retroceso se acelere. Cada año aparecen afloramientos rocosos que emiten calor y hacen que el hielo se funda más rápido en verano.
¿Podría emplearse el término extinción?
En Pirineos quedan 19 glaciares. En el año 1985 había 39. Cuando se dice que un glaciar desaparece es porque deja de moverse y se convierte en un nevero. Desde 1980 se han perdido la mitad de los glaciares pirenaicos. El aumento de temperatura actual en la cordillera pirenaica es de dos grados y así los glaciares no pueden mantenerse.
¿Qué consecuencias tiene la desaparición de los glaciares?
El daño será, sobre todo, paisajístico. El glaciar de Monte Perdido es, junto al cañón de entrada, el icono del Parque Nacional de Ordesa. La pérdida del glaciar es patrimonial, se termina uno de los legados naturales que conforman el entorno. La desaparición de los glaciares en otras partes del planeta sí puede suponer un problema grave porque son un suministro de agua o están cercanos a poblaciones que pueden verse dañadas.
Maladeta-Aneto.
¿Estamos a tiempo de hacer algo para evitarlo?
No. La única solución sería entrar en un enfriamiento climático y actualmente no es una previsión real. Aunque dejemos de emitir gases de efecto invernadero, aunque la Cumbre del Clima hubiera logrado los objetivos, la respuesta no es inmediata. Estamos en una etapa interglaciar, no muy fría, con unos niveles de calentamiento muy elevados. La naturaleza también emite gases, pero la parte natural tiende a compensarse. La emisión derivada del factor humano es la que resulta inasumible para el clima. En 150 años los gases de efecto invernadero provocados por el hombre han aumentado la temperatura dos grados. En términos de clima geológico es espectacular. Aunque reduzcamos las emisiones, en el mejor de los casos conseguiremos suavizar el aumento. Para los glaciares del Pirineo ya es tarde, su pérdida es irreversible.
El hielo de un glaciar alberga virus y bacterias prehistóricas. ¿Qué consecuencias puede tener este afloramiento para el hombre y los animales?
El hielo de los glaciares contiene un registro ambiental de cientos y miles de años, en el que se ha encontrado polen, partículas y microorganismos que nos permiten estudiar el medio ambiente del pasado. En los glaciares de Pirineos hay microbios, virus y bacterias que no existen en ningún lugar del mundo. Son una fauna microscópica única que se perderá con la extinción del glaciar. La posibilidad de propagación de uno de estos virus es mínima.
Texto: María José Prieto
Fotos: Paradores de Turismo de España / Shutterstock